Plenitud y Gratitud son las dos primeras palabras con las que comienzo mi cumpleaños número 50.
Abro los ojos, agradezco y simplemente soy . El tener y el hacer, dejaron de ser los culpables de mi afán.
Disfruto cada segundo como un siglo. Algunos pensarán que envejecí. Para mi, por el contrario, las manecillas del reloj caminan a la inversa, pues ahora degusto el tiempo como si fuera mi plato preferido, hablo con tranquilidad, camino despacio y disfruto las cosas como si fuera una niña. Saboreo más el helado, río a carcajadas, arranco flores del campo, abrazo los árboles, bailo con mi perro, hago karaoke ante el espejo, salto en las praderas y me gusta el columpio.

No sé si he perdido algo de cordura, pero hablo con las flores, plantas, animales y las estrellas. Cada uno tiene su nombre y creo que responden a mi saludo. Vuelo con mi imaginación, aún más lejos que como lo hacía en la escuela, leyendo el Quijote o Cien Años de Soledad.

Me siento infinita. Mis sentidos me guían desde mi nacimiento para interactuar con el mundo exterior, pero con el tiempo descubrí que hay algo aún más importante: mi mundo interior.
El desapego tocó a mi puerta y vino para quedarse. No hay opción, ahora no es un desconocido, terminamos siendo amigos y solemos tomar el té.
Cuántos años tienes, me preguntarán. Mi respuesta no puede ser 50 pues esos son los años que ya se fueron. La pregunta sería cuántos años me quedan.
La respuesta no me inquieta y tampoco la conozco. Sólo sé que huelen a campo mojado.
Hoy soy mi mejor versión, con la mirada al frente, una bicicleta, una maleta de mano y mis botas desteñidas.

A través de esta vela que voy a soplar, quiero que el viento lleve en sus alas mi estela de gratitud a toda la naturaleza, a las auroras boreales, a las estrellas fugaces, a los glaciares, al desierto, al mar, a la arena, a las montañas, al último rincón del universo; a cada uno de los miembros de mi familia, a mi esposo, a mis perros amados y a mi puñado de amigas y amigos. Mi cariño y mis gracias infinitas a todos ellos, incluidos los que partieron ya. Todos ellos son parte de mi historia.